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Pasó Mario Feroldi por 94.3 MASS RADIO Y nos regaló una historia conmovedora (AUDIO)
Hoy en día .
Hora: 19:10

Mario nos contó la Historia de Norberto Santos, un compañero de trinchera que fue gravemente herido en las islas. Lo dieron por muerto y una enfermera del Hospital de Cómodoro Rivadavia lo salvó. Les compartimos la Historia de este héroe que dejó parte de su vida en el Sur:


(Fuente: Portal Heróes de Malvinas) HISTORIAS: LA ENFERMERA QUE LE DIO VIDA A UN COMBATIENTE DADO POR MUERTO


Elsa se negó a cumplir una cruel orden, y así lo salvó a Norberto


El recuerdo está intacto, aunque, en este caso, Norberto estaba muerto. O casi. O vivo, pero sin esperanzas. Hasta que apareció Elsa.


Norberto Santos fue un soldado que combatió en la Guerra de las Malvinas, hace exactamente 38 años. Elsa Lofrano es una enfermera del Hospital Regional de Comodoro Rivadavia.


Ambos se encontraron por primera y únicamente en la ciudad del viento, que en 1982 era una ciudad de tristeza. Elsa le salvó la vida a Norberto.


'Ver chicos mutilados, destruidos, con hambre y llorando fue muy triste.


Una noche trajeron un camión con varios soldados, cargados en la parte trasera. Nunca vi tanto dolor. Esa noche, le fui a abrir la puerta al capitán y sentí un gemido dentro de la morgue. Me ordenaron que tenía que cerrar la puerta, pero yo la abrí y, en el medio de todos los cadáveres, estaba Norberto Santos'.


'En ese momento mi estado era totalmente crítico, no tengo recuerdo ni imágenes. Pero le debo la vida a Elsa, me enteré de esto varios años después por Analía, mi esposa. Después de eso, nunca nos vimos, estoy comprometido a viajar a Comodoro para conocerla. He tenido un problema de salud, me operaron a corazón abierto. Pero sin la ayuda de ella yo sería uno más de los caídos', agregó, emocionado, Norberto.


Norberto vive en La Plata y poco recuerda de aquel regreso de Malvinas, inconsciente, con hambre, dolor y sin alma. Sin embargo, una luz vestida de blanco apareció y lo escuchó entre los cuerpos sin vidas de todos sus compatriotas que lucharon en las Islas Malvinas.


Ahora estoy muy bien, tengo cuatro hijos y uno en camino. Estoy luchándola como todos, no fue fácil volver de Malvinas e insertarnos en la sociedad. Hoy por suerte la sociedad tiene una mirada distinta con respecto a aquella época. Ustedes, en Comodoro, tienen un gran respeto por Malvinas. Yo esta mañana le decía a mi mujer… 'hoy es 2 de abril y acá no hay nada'. Sé que se está viviendo una grave situación por el coronavirus, pero no hay que olvidarse de todos los caídos', sentenció Norberto desde La Plata, capital de Buenos Aires.


Quién es Norberto?


Perdió un brazo en Malvinas y tuvo que dejar el rugby y el fútbol:


La vida de Norberto Santos cambió para siempre el día que un patrullero fue a buscarlo a un picadito en el que jugaba con amigos. Era 3 ó 4 de abril de 1982, no recuerda bien, pero la declaración de la guerra en Malvinas todavía estaba fresca en su cabeza. Era categoría ´62, la de casi todos los pibes que fueron a las Islas, y tenía pasión por el deporte: jugaba al fútbol en las Inferiores de Cambaceres y al rugby en Albatros.


De Tolosa fue a Palomar, de ahí a Río Gallegos y después a las Malvinas. Apostado a un kilómetro del Monte Longdon como apuntador de mortero, sufrió hambre, frío. Tan improvisado era la situación que llegó a pensar que los combates nunca iban a concretarse: había pibes con zapatillas Flecha y las estufas eran a leña, en una geografía sin árboles.


El 12 de junio, dos días antes de la rendición, dejó su posición para asistir a un herido y dos morteros le cayeron a unos pocos metros, uno a la derecha y otro a la izquierda, que le arrancó el brazo y parte del fémur y le llenó el cuerpo de esquirlas. 'Abrí los ojos y un compañero me decía que no me podía levantar, entonces vino otro y me arrastraron', tenia además un tiro en el pecho.


Pasó un año en terapia intensiva, primero en el Hospital Regional de Comodoro Rivadavia y después en Campo de Mayo, más otro año de rehabilitación. A Tolosa volvió recién en 1984: cuando llegó al barrio, sus amigos del club Albatros fueron a buscarlo, pero no quiso recibirlos. Se escondía, le daba vergüenza. Salía a correr, perdía el equilibrio y se caía: tenía que aprender a vivir de nuevo.


Al fútbol volvió a jugar de manera recreativa. Al rugby le costó: al principio no podía ni mirarlo. Pero el año pasado recibió una invitación y hasta se dio el gusto de participar unos minutos en un amistoso. Su verdadera satisfacción, sin embargo, no pasa por ahí sino por sus hijos, que siguieron su tradición en el club Albatros de La Plata: 'Hoy los veo a ellos y me veo a mí y a mis sueños de deportista'.




Un Notón, adjuntamos audio, que lo disfruten